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Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://rid.unrn.edu.ar/handle/20.500.12049/8498

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Campo DC Valor Lengua/Idioma
dc.contributor.authorDreidemie, Patricia-
dc.date.accessioned2022-03-28T11:30:16Z-
dc.date.available2022-03-28T11:30:16Z-
dc.date.issued2020-12-09-
dc.identifier.urihttp://rid.unrn.edu.ar/handle/20.500.12049/8498-
dc.language.isoeses_ES
dc.rights.urihttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-sa/4.0/-
dc.titleEntramado campesino-indígena en los llanos cuyanos: plurivocalidad en torno al mundo Kakán (primera aproximación de campo)es_ES
dc.typeObjeto de conferenciaes_ES
dc.rights.licenseCreative Commons Attribution-NonCommercial-ShareAlike 4.0 International (CC BY-NC-SA 4.0)-
dc.description.filiationDreidemie, Patricia. Universidad Nacional de Río Negro. Río Negro, Argentina.es_ES
dc.subject.keywordCuyo Nortees_ES
dc.subject.keywordPueblo diaguitaes_ES
dc.subject.keyword(Re)territorialización campesinaes_ES
dc.type.versioninfo:eu-repo/semantics/submittedVersiones_ES
dc.subject.materiaCiencias Socialeses_ES
dc.origin.lugarDesarrolloUniversidad Nacional de Río Negroes_ES
dc.description.resumenDesde un posicionamiento disciplinar que opta por ejercer una “antropología litigante, al servicio, interpelada” (Segato 2015:14), nuestra ponencia se inscribe en una investigación etnohistórica de metodología etnográfica que se desarrolla en los Departamentos de Valle Fértil y Jáchal (Provincia de San Juan), y proyecta extenderse por el Valle del Bermejo (Provincia de La Rioja). Se presenta aquí una primera aproximación exploratoria al campo. El trabajo se orienta bajo la hipótesis de que nos encontramos en “área diaguita”, en una región que comparte un pasado precolombino y pautas socioculturales ancestrales de origen común; y de que se trata de una región que se ha constituido como “zona de contacto” (Pratt 1992) o “zona de frontera” (Barth 1976, Doval 2018) por ser históricamente disputada socio-políticamente entre diferentes lógicas, órdenes del discurso y regímenes de verdad (Foucault 1970 y 1973): por un lado, en relación al enfrentamiento del orden colonial con el mundo indígena (de por sí, también plural); por otro lado, entre jurisdicciones dentro del mismo orden colonial dado que conforma “tierra de indios” disputada entre la Capitanía de Chile y la Gobernación de Tucumán en la época de los encomenderos; y finalmente, que este rasgo perdura hoy en día en un contexto de nuevas colonialidades marcado por procesos de patrimonialización y la primacía de emprendimientos extractivistas (la minería, y el turismo). En cualquiera de estas dimensiones, es sin duda una región con un pasado (y un presente) extenso de colonizaciones cruzadas que ha desangrado primero y despojado después a las poblaciones nativas. Actualmente conforma una región de gran atractivo turístico y minero por su riqueza natural (fauna, flora, minerales, paisajes, cursos y depósitos de agua), y de alto interés científico paleontológico y arqueológico, reconocida por la gravitación de los Parques Nacional de Talampaya, y Provinciales de Ischigualasto y el Chiflón (que, junto a sus áreas adyacentes, fueron declarados Patrimonio Natural de la Humanidad por la UNESCO en el 2000), y por el corredor que reúne varias reservas, en particular, las Reservas Naturales de Laguna Brava y Reserva de Usos Múltiples de Valle Fértil. Así como en el pasado, la lógica que domina la escena -centros de poder, criterios y toma de decisiones- sigue siendo externa al territorio y las poblaciones locales. Como contrapunto, nuestra investigación se propone relevar prácticas campesinas invisibilizadas que recrean cotidianamente estrategias de permanencia, su tensa historia y significación social, en la mencionada “zona de frontera”. Desde posicionamientos oficiales, han operado sobre el área formaciones discursiva que la categorizan (en función de la conquista y colonización) como “desierto”. A partir de un primer trabajo de campo hemos observado que la población local mantiene prácticas rurales fuera de la mirada externa, valoradas como clivajes de memoria familiar y comunitaria, de alta carga emocional, las que –tras un relevamiento bibliográfico y en base a entrevistas- identificamos con antecedentes indígena-campesinos. Son prácticas comunalizantes (Anderson 1993; Brow 1990) que poseen relevancia en relación con una construcción particular de territorialidad (Grossberg 1992), que se sostienen sobre relaciones afectivas y, por lo tanto, construyen “espacios laborales afectivizados” (Rossi y Canevaro 2017), y que persisten resistiendo los embates extractivistas (en particular, de la industria del turismo, la ciencia y la minería) del “corredor de los llanos”. Nos referimos a un sistema complejo y abigarrado de caminos y huellas, prácticas ganaderas como las marcas y juntas (o ‘rondas’) de ganado, el uso comunitario de aguadas y campos, particulares modos de colecta y control en la distribución del agua, la producción artesanal (también vinculada a la recolección y conservación de frutos, de agua, la trashumancia y la ganadería), técnicas artesanales ancestrales, el circuito ritual de visitas y devociones entre (las que hoy se conocen como) capillas o parroquias, la ubicación y distribución de “puestos” en las diferentes lomas y la dinámica de desplazamientos en el espacio (en particular, entre los valles y las zonas serranas, y entre las mismas sierras), conocimientos etnobotánicos, ejercicios curativos, creencias, “brujerías” y salamancas, la vigilancia del espacio (la ubicación estratégica de refugios en lugares de alta visibilidad), la marcación del territorio, algunas “profesiones” como la de rezadoras, rastreadores o camperos, entre otras. La resiliencia silenciosa de estas prácticas (de difícil relevamiento, dado que algunas se mantienen en secreto, o solo son referidas en el ámbito intrafamiliar) es además indicio de un entramado sociocultural que rememora trayectorias, actores, preocupaciones, linajes, afectos, genealogías familiares, simbología y luchas iniciadas mucho tiempo antes de la conquista. En contraste con formaciones discursivas hegemónicas (científicas y sociopolíticas) que reproducen “narrativas discontinuistas” que deshistorizan a los sujetos, presuponiendo el despoblamiento indígena de la región (Jofré 2013), nuestro trabajo releva prácticas tradicionales comunitarias en tanto “índices de permanencia”, que son percibidas por los pobladores locales como “continuidad de la aboriginalidad” (Hill y Hill 1986; Dreidemie 2007, 2011), es decir, como permanencia de las antiguas sociedades indígenas que habitaron el territorio, y que hoy en día son recreadas por sus descendientes a partir de sentidos de pertenencia y devenir propios, que “aún en jirones” persisten vivos y movilizan tramas vinculares y afectos cotidianamente. La identificación de estas continuidades reposa sobre una investigación genealógica de procesos intrincados de larga duración, de proyectos históricos comunitarios y colectivos de tiempos más lentos, dirigidos a ‘otras’ metas o formas de felicidad, diferentes, divergentes y disfuncionales del proyecto histórico (hegemónico) del capital.es_ES
dc.relation.journalTitleII Jornadas de presentación de avances de proyectos de investigación y extensiónes_ES
dc.type.subtypeDocumento de ponenciaes_ES
Aparece en las colecciones: Objetos de conferencia

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